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domingo, septiembre 29, 2013

E.C.D. H.E.


(Extracto)


(...)

Cómo era realmente

Adolf Hitler es uno de los personajes más extraños de la historia conocida sobre la tierra. Si sobre Jesús se ha dudado que alguna vez haya nacido, sobre Hitler hay dudas de su muerte. Si del primero no existen testimonios históricos comprobados, fuera de la leyenda evangélica, que, de un modo u otro se encuentra dentro del grandioso edificio construido por Pablo, quien nunca le viera en 'carne y huesos', sobre Hitler existen testimonios aún vivos de quienes le observaron y tocaron. Además, hay millones que pudieron contemplarle en el cine, admirándose de su extrañísima apariencia, de su imagen desconectada, como de otro planeta.
Durante mis diez años en India, vi yogas, místicos, magos, hombres fuera de lo corriente, pero todos ellos semejaban a los humanos. Aún mi Maestro era 'humano, demasiado humano'. Hitler no. Era sobrehumano, o inhumano. No era de aquí. Mi primera impresión la tuve hace muchos años, al encontrarme de pronto, en una vitrina de una calle céntrica de Santiago, con una foto de Hitler. Llevaba capa y su actitud era tan poco natural, más bien ridícula, con una mirada intensa, como tratando de impresionar a alguien, a un mundo desconocido, extraño a él. Tenía bigotillo pegado sobre el labio superior y las manos se crispaban una encima
de la otra; tieso, como palo de escoba, para usar la expresión de C.G. Jung, quien le comparaba a un espantapájaros. Mi primera impresión fue así de rechazo, desagradable y risible. De seguro, como la habría experimentado Pablo si en su caso hubiese existido la imagen, si también le hubiera visto. Después, todo cambia, ya no se sabe más, todo se transfigura.
Aquellos que estuvieron con Hitler, como Otto Slorzeny, Leon Degrelle, Hanna Reitsch y otros, con quienes he conversado, mantienen impresiones contradictorias, haciéndonos ver que nadie le conoció verdaderamente (salvo Rudolf Hess, quizás), porque a cada uno se le presentaba de modo diferente, guardando celosamente su secreto. Excepción hecha de mi Maestro, quien le viera en astral, donde nadie puede ocultarse ni disimularse.
Y su impresión ya la hemos descrito: Un ser de voluntad de acero, un vehículo de un rayo de otro mundo, de una energía transmutadora de la tierra y de la humanidad. Para llegar a ser un agente de esta especie, Hitler se hizo naturista y era casto. Por ello debemos pensar que las relaciones con Eva Braun fueron como las de Jesús con Magdalena, en la leyenda crística, como las del alquimista con su soror mística, o las de un guerrero cátaro con su amaxia uxor, su Esposa Espiritual. La presencia de la mujer, de su energía telepática, comunicante (como, a la inversa, lo es la del rey con la reina de las termitas), las tensiones que despierta, son necesarias para un mago tántrico, para un vehículo de esta clase.
Mas, de seguro, la Esposa Mística de Hitler no fue Eva Braun, sino otra. Así como la primera compañera de Adán tampoco fue Eva, sino la misteriosa Lilith, o Haisha, Ayesha, la Mujer Interior, la que aún no ha salido, o la que ha vuelto, o la que estado siempre afuera. Eva es aquella presencia extraña, concomitante, que
apareció subrepticiamente, de improviso, como un 'ladrón en la noche' y se apropió del Rostro de la Predestinada. Es muy posible que aquí se encuentre la prueba decisiva para el iniciado. Su derrota sería, entonces la traición a Lilith-Ayesha, a la muerta-desaparecida, aceptando a Eva, la furtiva, la de carne y huesos corruptibles y que toma el lugar de la Esposa Mística. Se conoce que Napoleón es dejado por los astros cuando abandona a Josefina y Jasón cuando es infiel a Medea. En algún registro del Universo hay señalada una sola Esposa Espiritual para cada héroe, para cada mago. Y el que la abandona, será a su vez abandonado.

Lo que pudo ser

Al comienzo de la guerra, el Maestro nos dijo: 'He visto a los ejércitos de Hitler invadir Inglaterra. Llegaban hasta el palacio real y hacían prisionero al rey.' Esto permanecía entonces escrito en la Memoria Akhasica, en su no tiempo, en el Círculo del Eterno Retorno. Pudo ser, debió ser. Estaba permitido. ¿Por qué no sucedió? Hoy sabemos que Hitler impidió a sus generales avanzar hasta Dunkerque, arribando antes que las tropas inglesas en retirada, cercándolas y destruyéndolas. La guerra habría terminado, los ingleses estaban inermes en las islas. ¿Quién convenció a Hitler, quién se lo impidió? Skozerny refiere, en su libro 'La Guerra Desconocida', la traición del Almirante Canaris. André Brissaud, en su obra sobre este almirante. Jefe del Contraespionaje de las Fuerzas Armadas alemanas, relata su doble trabajo a través del hijo de Haushofer, quien influía en Hitler a través de su discípulo Rudolf Hess, convenciéndole de no invadir Inglaterra.
El argumento se apoyaría en la leyenda hiperbórea: Inglaterra era aria, un resto del continente hiperbóreo, tierra de Merlín, del Gral, de los caballeros de la Mesa Redonda, la Engeland de Meyrink y de Jonh Dee el alquimista, la 'Tierra de los Angeles', de los Tuathas de Dannan, la Tierra de los Muertos de la Sacra Tule.
Hecatae de Abdera, 400 años antes de nuestra época, ser refiere a las Islas Británicas como Hiperbórea y a Stonehenge como el 'templo redondo dedicado a Apolo, quien visitaba Hiperbórea cada diecinueve años, cuando las estrellas completaban su revolución'. Inglaterra sería la potencia marítima de la raza blanca y Alemania la potencia terrestre. Hitler envía al iniciado Rudolf Hess a establecer el Pacto Sagrado con los restos de Hiperbórea. 
Existen ya pruebas de todo esto.


(...)



M.S.





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